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UNA HISTORIA DE VIDA

A los 105 años, murió Don Celestino Quijada

domingo 23 de enero de 2022
A los 105 años, murió Don Celestino Quijada

Anoche partió don Celestino Quijada, hombre de campo que supo hacerse un lugar en la comunidad barilochense, en base a su esfuerzo y constancia como hombre de trabajo, siendo el campeón consecutivo en siete oportunidades del Concurso de Hacheros.

En abril iba a cumplir, nada más ni nada menos que 106 años, y más allá de las cifras, sus días eran activos, seguía ocupándose de sus aves desde muy temprano y quien pasaba por afuera de su casa en el Pilar II, recibía un cálido saludo acompañado de una enorme sonrisa.

Su salud

Venía mal de salud hacía varios días, y sus familiares habían armado campamento en el terreno para estar cerquita de Celestino hasta el último momento. Ayer, sábado 22 de enero a las cuatro de la tarde, se fue, y esta mañana de domingo sus restos fueron llevados a El Manso, la tierra que lo vio nacer, tal como era su deseo.

Su historia

Nació en la zona de El Manso en 1916 aunque admitió que fue inscripto en el Registro Civil mucho tiempo después, tal como sucedía con la gente de parajes alejados de las ciudades. Como era huérfano, lo registró en Chile una abuelita gallega y no en Ñorquinco que era donde correspondía en esa época.

Su madre había fallecido de pulmonía cuando Celestino era muy pequeño, y siempre decía que se había criado como un perro, donde le daban cariño se quedaba.

Tenía un hermano, pero todo lo que recordaba de su niñez era hambre y tristeza, comer raíces y mendigar. Cuando tuvo 13 años se vino a Bariloche a buscar trabajo.

Lo contrataron para mover un carro con bueyes de un lado para el otro, pero su débil cuerpo no lo permitía, luego aprendió el oficio de carpintero haciendo tejuelas y cortando leña. Se hizo amigo de doña Luisa Capraro y se comenzó a ganar la vida de otra manera.

Hizo su paso por la política en tiempos de José Franco, quien le ofreció un lote en Palacios entre Brown y lo que ahora es Diagonal Gutiérrez.

Al llegar al barrio, era el único al que los vecinos contrataban al momento de carnear animales para las fiestas de fin de año o los cumpleaños. A medida que lo hacía, iba enseñando cómo hacer los cortes, incluso, la bandeja lista con hierbas para las morcillas.

En 1931 un señor de la zona de El Ñireco, lo contrató para una tarea nada simple, tenía que cortar 1.800 rollizos, primero había que voltear, enganchar y trozar los árboles, después vendió la madera a Madeco.

Concurso de Hacheros

Una mañana se cruzó al recordado Carlitos Bustos y le propuso en un campo de Parques, juntar varios paisanos para ver quién cortaba más leña en el día. Carlos quiso que fuera algo mucho más corto, entonces y a la vista de la gente, así nació el primer concurso en el que el ganador era quien primero cortaba con su hacha el rollizo que le había tocado.

 Lo que no tuvieron en cuenta en esa primera edición, fue el grosor de los troncos, todos de diferentes tamaños. Se habían anotado muchos participantes, entre ellos, un “gringo” italiano del Centro Atómico. Ese fue el ganador, porque le tocó un rollizo chiquito y muy seco. A Quijada le quedó uno de los más grandes y terminó segundo.

Dejaron el certamen fijo para cada Fiesta de la Nieve y Celestino ganó siete concursos consecutivos. Un año vino como invitada Mónica (Cahen D'Anvers) y lo desafió a ganar el concurso. Le tocó un tronco más ancho del uno diez que medía su hacha, pudo cortarlo pero le quedaron las manos muy lastimadas por el borde del tronco. Arrancó con bronca, pero de golpe se dio cuenta que estaba para darlo vuelta, tardó 14 minutos y dos décimas, esa fue la última vez que participó.

De ahí en más Celestino era quien organizaba, seleccionaba los troncos para los competidores, buscando los más finos (30 centímetros de diámetro) para las mujeres, que ya comenzaban a inscribirse, pero nunca recibió dinero por toda esa tarea.

Familia

Don Celestino decía que había tenido más de 20 hijos, los primeros siete fueron con una mujer que se iba del hogar por semanas hasta que un día, no volvió y se quedó solo criándolos.

Siempre en las charlas, daba consejos a los más jóvenes, “hay que enseñarles a trabajar y a ser buenas personas, pero está muy complicado con tantas cosas malas que se encuentran en la calle, el diablo siempre anda metido atrás de los chicos”, decía.

Partió el querido Celestino Quijada y quedará para siempre en el corazón de quienes tuvimos el enorme orgullo de conocerlo y mantener largas horas de charla, torta frita de por medio, aprendiendo de la vida. (El Cordillerano)

 

Fotos: Chino Leiva

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