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Dos veces violó la domiciliaria con pulsera electrónica el sospechoso de asesinar a Rodrigo Navarro y tirarlo a un zanjón

martes 22 de diciembre de 2020
Dos veces violó la domiciliaria con pulsera electrónica el sospechoso de asesinar a Rodrigo Navarro y tirarlo a un zanjón
Juan Pablo Vera en tribunales (foto El Cordillerano).
Juan Pablo Vera en tribunales (foto El Cordillerano).

Juan Pablo Vera es un delincuente feroz, que purgaba una condena por 12 años de prisión por robos y otros delitos, y por un argumento de salud fue beneficiado con prisión domiciliaria, controlada por pulsera electrónica.

Pero violó las restricciones, volvió a robar y a caer detenido, y de nuevo pudo gozar de la domiciliaria con pulsera electrónica.

Como si fuera un juego, el jueves pasado volvió a alejarse de su “prisión” domiciliaria, se sacó la pulsera electrónica, y fue detenido por ser sospechoso de otro delito, el más grave de su ascendente carrera criminal: el homicidio de Rodrigo Navarro, quien recibió un balazo en la nuca en el barrio 270 Viviendas y su cuerpo fue abandonado en el interior de un Ford K en un zanjón cercano, donde fue encontrado por chicos que jugaban en el lugar.

Los jueces que dispusieron el beneficio de la domiciliaria fueron Marcelo Álvarez Melinger, Juan Pablo Laurence y Gregor Joos.

El diario El Cordillerano informa este martes que el pasado 8 de octubre, Vera se declaró culpable del robo armado con participación de un menor, a un remisero de la ciudad. No tenía mucho margen pues la policía lo detuvo el día del hecho, en septiembre de 2019, cuando intentaba abandonar el vehículo robado para subirse a su silla de ruedas, mientras el menor lo asistía.

Arrastraba varias condenas que habían sido unificadas en la pena única de doce años de prisión y gozaba de prisión domiciliaria, pero se había sacado la pulsera electrónica con la cual lo monitoreaban y había salido a delinquir.

Los jueces Marcelo Álvarez Melinger, Juan Pablo Laurence y Gregor Joos, aceptaron la propuesta de juicio abreviado que alcanzaron los protagonistas del caso y le impusieron seis años de prisión, pero utilizaron el método compositivo para unificar las condenas y le aplicaron la pena única de dieciséis años de prisión.

Nuevamente por su estado de salud, Vera obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria y otra vez transgredió las condiciones de cumplimiento para delinquir. Aunque ahora enfrenta la acusación más grave que pesó sobre él durante todo su historial.

Se desprende de la investigación por el crimen de Rodrigo Navarro, que encabeza la fiscal Betiana Cendón, que al menos en las horas previas se quitó el dispositivo electrónico de monitoreo y lo dejó dentro de su domicilio. Así, pudo concretar sus fechorías sin que los organismos de control detecten alguna anomalía.

En el año 2000, cuando Vera era apenas un adolescente, permanecía alojado en el instituto roquense El Maruchito, donde se albergaba a menores en conflicto con la ley. Pero escapó de los controles y en Bariloche, protagonizó un violento asalto armado al comercio Casa Lucas, ubicado en calle Santa Cruz, a pocos metros de Elordi.

Tras una rápida intervención policial, Vera se vio acorralado y se trabó en un duro enfrentamiento armado con los uniformados que lo perseguían. Resultó herido de gravedad y sufrió secuelas permanentes que lo dejaron en silla de ruedas de por vida.

De los expedientes judiciales se desprende que Vera había disparado al menos en tres ocasiones a los uniformados e inclusive que, una vez en el suelo y gravemente herido, intentó alcanzar el arma que había quedado a pocos metros de su mano para seguir enfrentándose a las autoridades.

Luego su andamiaje de contención familiar se esfumó con la muerte de sus padres, dos hermanos y hasta una sobrina, dejándolo en la condición en la que está hoy: jugado y sin fichas.

Por eso no sorprendió cuando tiempo atrás la Policía Federal allanó su vivienda y le secuestró armas, municiones, drogas y un chaleco antibalas. Tampoco sorprende que la puerta de ingreso a su vivienda tenga varios orificios provocados por impactos de bala y que en el exterior del domicilio haya cámaras de seguridad.

Según la investigación que ahora despliega Cendón por el crimen de Navarro, Vera procuró embriagar al fallecido desde horas de la madrugada del día jueves, con el propósito de disminuir su capacidad. Y repitió una maniobra que ya se acreditó en otros expedientes. Sin dañar el dispositivo de monitoreo de su prisión domiciliaria, se lo quitó y salió de la vivienda a concretar sus planes.

Tras largas horas de bebidas, visitas a otros domicilios y trámites bancarios, se sumaron a la gesta Janet del Carmen Lagos Ruiz y otros dos sujetos a los que la fiscalía sigue las huellas. Los cuatro, según la acusación, golpearon a la víctima en la cabeza, abdomen derecho, tórax izquierdo, ambos miembros inferiores, en la cara y en la frente, provocándole diversos traumatismos. Todo sucedió en un espacio temporal cercano o simultáneo a la muerte, ocasionada mediante dos disparos en la cabeza, efectuados desde atrás y a poca distancia, con un arma de fuego presumiblemente calibre 38.

Para intentar ocultar el hecho, uno de los involucrados en el crimen utilizó un par de guantes amarillos para procurar tapar la cámara de seguridad ubicada en la vivienda de Vera y luego maniobró con el vehículo del fallecido para acercarlo hasta la puerta del domicilio, estacionarlo de culata y, con ayuda de los otros involucrados, cargar el cadáver que minutos después descartarían al arrojarlo por un barranco.

Según la fiscal Cendón, mientras los dos hombres que son buscados intensamente completaban la tarea de descarte, Vera y la mujer que también está imputada, limpiaron la escena del crimen, baldeando el interior de la vivienda y procuraron destruir evidencia objetiva que permita vincularlos.

La fiscalía cuenta con diversos elementos para sostener la acusación y algunos de ellos son muy relevantes. Según citó en la formulación de cargos, existe como evidencia un informe preliminar del Área Judicial de Investigaciones de la Policía de Río Negro, en el cual se aporta un video grabado en el que se observa el vehículo Ford K del fallecido y en su interior el propio Navarro sin vida.

En el caso hay una mujer que declaró en calidad de testigo protegido y según se desprende de la pesquisa fiscal, habría observado parte de los hechos que le reprochan a Vera, Lagos Ruíz y a los otros dos sujetos que aún no fueron encontrados.

Pero además hay actuaciones de la Policía de Río Negro, que en las primeras horas de la tarde del mismo jueves había visitado el domicilio de Vera y tomaron fotografías del lugar, por la presencia de manchas de sangre.

También entre las constancias probatorias del legajo judicial, hay copias de conversaciones y fotografías de Vera, en las que se lo ve fuera de su domicilio e incluso sin el dispositivo electrónico de control de su prisión domiciliaria, lo que además se acreditó por informes de los organismos que monitorean a los privados de libertad beneficiados con domiciliaria y ya había quedado acreditado en otros expedientes.

A partir de todo lo narrado, las autoridades judiciales consiguieron un lugar acorde al estado de salud del acusado, por lo que fue trasladado a otra ciudad para el cumplimiento de la prisión preventiva impuesta en el marco del legajo que investiga la muerte de Navarro. (Diario El Cordillerano)

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